"¿Aló?"
"Ho... Hola, buenas noches, ¿Se encontraría George?"
"Si, soy yo, buenas noches, ¿Quién habla?"
"Soy (tn), encontré tu número en el bolsillo de tu abrigo, y quería preguntarte si querías pasar a buscarlo, estoy en casa ahora"
"Mmm... tengo una idea mejor. Mis padres estan de viaje por unos días, y mis hermanos no están en casa. Si quieres, puedes venir a traermelo, y de paso quedarte a cenar"
No podías creer lo que escuchabas ¡George te estaba invitando a cenar a su casa! Eran ya las 8 de la noche, y dudabas que tus padres fueran a dejarte ir a lo de un muchacho que no conocían, así que le pediste a George si podía pasar a buscarte por tu casa, de todos modos no sabías dónde vivía.
"De acuerdo, no hay problema, me presentaré ante tus padres jaja, verán que mis intenciones son buenas"
"Ay George, no es una cita, solo iré a visitarte un rato..." en el fondo no lo setías como solo una simple visita.
"Bueno querida... amiga... entonces pasaré por tí en unos minutos". En unos minutos. ¡En unos minutos! ¡No estabas lista! Corriste al armario y elegiste lo mejor que encontraste. Te pusiste una falda lisa y una camisa verde. No era lo más elegante que tenías, pero el tiempo apremiaba. Te peinaste, delineaste los ojos y te pusiste algo de brillo en los labios. Sonó el timbre. Bajaste corriendo.
Abriste la puerta, y allí estaba el. La luz de tu entrada le daba de lleno. No vestía de traje como la última vez que lo viste, sino que tenía una camisa escocesa en tonos rojos, y unos jeans. Si bien era delgado, era muy guapo. La brisa nocturna despeinaba su cabelo... Se veía genial, pensaste. Poco a poco te dabas cuenta de que te gustaba este muchacho.
"¡Hola! Pasa, mis padres están en el comedor"
"Con permiso..."
"Mamá, papá, este es George, un amigo de aquí del vecindario, vino a buscar un abrigo que me había prestado la otra noche que salí, y me invitó a cenar a su casa". Rogabas que dijeran que sí.
"Buenas noches señor y señora, mi nombre es George Harrison, vivo aquí a cuatro cuadras, y quería invitar a su hija a cenar y ver una película", se lo notaba tenso.
Para tu sorpresa tus padres aceptaron, y George prometió traerte a casa a las 12. Luego salieron de tu casa y comenzaron a caminar en dirección al Norte, tu no sabías exactamente donde quedaba la casa de George.
"Conque debo traerte de nuevo a las 12... Eres toda una Cenicienta" dijo con tono irónico.
"Nada más lejos que eso George..." dijiste con sinceridad.
"No me vengas con falsa humildad. Sí que eres una princesa. Eres distinta a todas las chicas de por aquí". Morías de verguenza y de felicidad al mismo tiempo. A tí George también te parecía distinto a todos los muchachos que conocías.
Efectivamente caminaron cuatro cuadras y llegaron a una casa con frente de ladrillos. Tenía unos canteros con flores coloridas en el frente. Se veía muy cómoda y cálida.
"Bienvenida a mi humilde morada, madame" dijo, tomandote de la mano y acompañandote a entrar. Sentías como las mariposas revoloteaban nerviosas en tu estómago. Se quitaron los abrigos, George fue hacia la cocina y tu lo seguiste. Te sentaste en una de las banquetas del desayunador, y el se colocó un delantal de cocina con patitos. Se veía demasiado adorable.
"¿Qué haces con eso?" le dijiste risueña.
"Trato de lucir profesional" dijo el serio."Debo confesar que es la primera vez que hago esta receta".
Sabías que lo iba a hacer a la perfección, era un muchacho hábil. Lo miraste cocinar, y hablaron de sus vidas. Él te contó sobre sus padres y sus hermanos, tú de los tuyos, de sus amigos, de las cosas que le gustaban hacer, y demás. Tenían mucho en común. Ayudaste a poner la mesa, y se sentaron a comer. Siguieron hablando durante toda la comida. El miraba fijamente tus ojos, a tí te ponía nerviosa, pero te encanta la idea de estar con el ahí, los dos solos...
Luego de la comida se sentaron en el sillón a ver una película. Había una mínima distancia entre los dos, y conforme avanzaba el tiempo, George se iba acomodando cada vez más cerca tuyo... Luego te rodeó con su brazo, y tu casi explotas de emoción. En un momento el tomó tu mano, por dentro temblabas.
"Sabes... la estoy pasando muy bien (tn)" murmuró en tu oido. Casi te desmayas.
"Yo tambien George" trataste de sonar segura.
El comenzó a acercar su rostro al tuyo, cuando sin querer viste la hora en tu reloj. Las doce menos diez ¡Tus padres iban a matarte! Te sentaste derecha, le dijiste a George que hora era, y que debías volver a casa. Tomaste tus cosas, y salieron. Caminaron las cuatro cuadras rápidamente, casi ni hablaron. Llegaron a tu puerta.
"Disculpa por haberte hecho venir tan rápido, de veras la estaba pasando muy bien, pero es que no quiero que mis padres se enojen conmigo y no me dejen salir de nuevo", te sentías tonta.
"Descuida, entiendo, ya es tarde. Pero, es que..."
"¿Qué sucede?" odiabas tener que despedirte así, después de la hermosa noche que habían pasado.
"Es que, bueno, a decir verdad, yo dejé mi teléfono en ese papel adrede. Lo dejé en el bolsillo con esperanzas de que lo encontraras, de que me llamaras e invitarte a casa"
"Ah... bueno..."
"Espera, si, es que, me caes muy bien (tn), aunque a penas te conosca. En serio eres diferente, supe desde que te vi que quería estar contigo. Yo sé muy bien lo que quiero, y no me voy a sentar a esperar que alguien más se lo lleve ¡Ah! y olvidé darte algo"
"¿Qué?"
Y antes de que pudieras reaccionar, se acercó a ti, te tomó por la cintura y te besó de lleno en los labios. Fue mágico, nunca te habían besado de ese modo. Fue un beso suave, que se fue tornando apasionado, el acariciaba suavemente tu cintura y tu cabello. Pasabas tus dedos por su cuello y su suave pelo oscuro...
Fue un instante que duró horas, las mariposas se agolpaban dentro tuyo. Hasta que se soltaron.
"Adios, mi princesita, no quiero que tus padres se enfaden conmigo"
No pudiste ni emitir palabra. Entraste y sigilosamente subiste a tu habitación. Flotabas como en un sueño, un sueño del que no querías despertar...
Continuará...